Todos queremos una vida de abundancia en todos los aspectos, personal, profesional, familiar, económico, de ocio. Esto implica el que seamos más eficientes, implica que cuando hagamos algo, sepamos cómo está trabajando nuestro cuerpo, nuestra mente… y que al utilizarlos lo hagamos hoy mejor que ayer. Para ello es fundamental la experimentación y el permitirnos cometer errores, sin catalogarlos como algo negativo.
En una sociedad que continuamente promueve la competitividad y nos convierte en ganadores o perdedores en función de los resultados que obtenemos, se convierte en algo trascendental eliminar dicha competitividad y recuperar el sentimiento y el disfrute de la pura experimentación. Debemos recordar que todo proceso tiene un tiempo y todo tiempo tiene unos ritmos, y que no existe el fracaso, sólo un sistema inflexible y falto de matices.
Educamos según normas rígidas basadas en nuestras creencias, en lo que deseamos o en lo que nos han enseñado que debe ser. Para educar verdaderamente, debemos olvidarnos de lo que se supone son razones, métodos y lo correcto. Detrás de cada persona hay un mundo y nuestra labor consiste en descubrirlo de forma auténtica, sin expectativas o prejuicios previos, entenderlo, y ayudarlo según el sentido que él da y quiere dar a su día a día.
Sabemos que en la vida y en la educación de una persona, todo influye y en principio nada es determinante. Podemos por tanto, influir de forma positiva en el crecimiento y desarrollo personal de cualquier individuo, pero el éxito y la interiorización definitiva de esos valores, sólo quedarán garantizados, cuando dicho individuo sea parte activa de tales procesos y los elija de forma consciente.
Llevamos años, siglos intentando y dando un tipo de educación y de cultura; y el mundo tal cual lo conocemos es fruto de este intento. Es tiempo de generar un cambio, de dar nuevos enfoques, y asumir que nuestra labor es simplemente ayudar a que las personas saquen y descubran su verdadero potencial, su capacidad infinita y su libertad. Tal vez así haya muchos más genios en este mundo, tantos como niños nazcan.